Con la medida del gobierno
venezolano de someter la venta del combustible a una tarifa regida por la
moneda internacional, la petición de reestablecer un canal de importación de la
gasolina entre ambos países está cobrando fuerza entre las autoridades locales
y departamentales de Norte de Santander.
Este mecanismo diplomático, que
se congeló tras la crisis fronteriza de 2015, podría contrarrestar los efectos
que traería la compra del combustible venezolano con divisas colombianas, como
una posible arremetida del contrabando y una proliferación de pimpineros de
gasolina en las calles de la capital nortesantandereana.
“Estamos esperando la posición
del Gobierno Nacional frente a un posible acuerdo internacional para que
reanude las importaciones de la gasolina. Sin embargo, no ha habido ninguna
información sobre el tema”, aseguró el alcalde (e) de Cúcuta, Mauricio Franco.
En una orilla contraria se
encuentra el secretario de Hacienda departamental, Martín Martínez, que
advirtió que el resurgimiento de esta dinámica comercial entre naciones
hermanas no traería beneficios a la ciudad y, en cambio, sí afectaría las 39
estaciones de servicio de gasolina que posee el área metropolitana de Cúcuta.
“Me preocupa esta situación
porque acá vamos a perder todos. El departamento y los municipios se van a ver
afectados por la disminución del impuesto de sobretasa, que solo la Gobernación
percibió 4.000 millones de pesos más que los años anteriores”, manifestó el
funcionario.
En los últimos años, este renglón
de la economía que gira en torno a la venta del combustible ha fortalecido sus
plantas de suministro y aumentado el número de trabajadores para abastecer con
11 millones anuales de galones el parque automotor de la capital
nortesantandereana y sus municipios vecinos.
De acuerdo con el cálculo de
Martínez, el ahorro entre los consumidores colombianos al hacer la compra de
este derivado del petróleo en territorio venezolano, puede superar a los 6.000
pesos por galón. Una diferencia que dejaría a la ciudad fronteriza en
desventaja frente al valor del líquido que sufrió alzas por la entrada en vigencia
de la reforma tributaria.
A partir de este martes, se
empezó a vender el litro de gasolina a 1.600 pesos en estaciones
internacionales de Ureña, una población venezolana al otro lado del puente
internacional Francisco de Paula Santander, que conecta con Cúcuta.
La medida adoptada por el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, obedece una estrategia para “luchar
contra las mafias colombianas” que negocian con el combustible de su país a
bajísimo precio y, según él, lo revenden con mejores ganancias en Colombia.